Todos los caminos vienen de Roma

Caesaraugusta, la Zaragoza Romana

Zaragoza ha sido denominada en ocasiones, y pensamos que con gran acierto, “Señora de las cuatro culturas”: ibera, romana, musulmana y cristiana. Sería más arduo y complicado determinar cuál de ellas supuso una impronta más profunda en la forma de ser de sus habitantes y en la cultura material y artística que generaron.

Cómo arqueólogo -que ha investigado durante una buena parte de su vida profesional en el espacio topográfico y urbano en que dichas culturas se asentaron paulatinamente -y fueron superponiéndose así mismas con el paso de los siglos elevando en algunas zonas de la ciudad considerablemente la cota de altura-, no sabría que aconsejar ni cómo satisfacer la curiosidad del niño o del adulto en cuanto a la interrogación sobre la etapa más brillante de la ciudad. ¿Acaso fue la ibera Salduie o Salduvia, la romana Caesar Agusta o Caesaraugusta – que de las dos formas la escribieron los romanos-, la Medina Albaida Sarakusta árabe o la Zaragoza cristiana? Para esta ocasión he elegido recorrer con ustedes, mediante este breve texto, la Zaragoza romana, ciudad a la que Augusto le dio nombre eterno, siendo la única Colonia romana a la que concedió el sumo honor de portar, in aeternum (para siempre), su apellido.


El momento fundacional de la colonia
Precisar la fecha de fundación de la colonia Caesaraugusta ha costado gran esfuerzo después de analizar fuentes escritas, acontecimientos históricos, restos arqueológicos, epigráficos, numismáticos y otras variadas informaciones. Se aceptaban diferentes cronologías y otras tantas atribuciones a personas como: César, Germánico, Augusto y Agripa eran las más usuales. Sin embargo, a partir de 1983 comienza a aceptarse con cierto consenso los años 15/14 a. C. En 1998, por fin, contrastados los datos arqueológicos e históricos, la nueva propuesta de que la colonia fuera fundada por Augusto en el año 14 a.C., quizás un 23 de diciembre, fecha coincidente con el quincuagésimo cumpleaños del emperador, fueron elementos fundamentales para decantar la cronología de la fundación en el año 14 a.C. En ella sabemos que intervinieron, según las emisiones monetales realizadas por la colonia, veteranos licenciados de las legiones IIII Macedonica, VI Victrix y X Gemina. El Museo del Puerto Fluvial de Zaragoza conserva en los sillares de una escalinata monumental marcas de dos de las legiones mencionadas (la VI y la X). No hay dudas sobre las motivaciones estratégicas que llevaron a Augusto para la fundación de Caesaraugusta: defender política y militarmente los territorios conquistados y los logros conseguidos en la pacificación de la parte norte de la Península (Cántabros y Astures). A partir de este momento los siglos primero y segundo de la Era constituirán el período de máximo esplendor del núcleo urbano de la Zaragoza romana. Se diseñarán las grandes obras públicas, las manzanas de casas irán poblando el espacio diseñado para su ejecución y la navegación fluvial permitirá la llegada y salida de las más diversas mercancías: ideas, modas, objetos suntuosos y los espectáculos que animarán la vida cotidiana de los ciudadanos.


El puente y la muralla como elementos de prestigio
La historia de Zaragoza está muy unida al Puente de Piedra o de Piedras que de las dos formas se le ha llamado. La mayoría de autores coinciden en que el puente de época romana debió de presentar la misma orientación sugerida por la parte norte del cardo maximus (calle principal de la ciudad orientada N/S) de la colonia. Ocuparía el mismo emplazamiento que el puente medieval; sin embargo, al tratar de la fábrica y sus funciones propias de las de un puente/acueducto -interpretación sugerida fruto del hallazgo en el siglo XVIII en el cauce del río de una serie de tubos de plomo que surtieron de agua potable a la ciudad desde el río Gállego-, no todos los autores que han estudiado el tema se ponen de acuerdo.

De la muralla romana de la ciudad, en la actualidad y a tenor de las últimas publicaciones, hay certezas y dudas que matizan su origen, desarrollo y mantenimiento en época posteriores a la Antigüedad tardía. Hechos claros son los siguientes: hay un núcleo de hormigón (opus caementicium) (mortero de cal, arena y piedra caliza), que recorre con seguridad el lado oeste o lado de la puerta de Toledo (actual Mercado central), que también está presente en el lado norte y sur, y ausente en el lado oriental. Este primitivo muro de hormigón correspondería al siglo I d.C. En la segunda mitad del siglo III d.C. se le añade el forrado de sillares con cubos o torreones con planta semicircular y se cierra el lado este. Es indudable que esta muralla pervive en el tiempo tras numerosas vicisitudes históricas mientras no se demuestre lo contrario con pruebas contundentes. En época musulmana constatamos apaños, refuerzos, rellenos y parcheos fruto del mantenimiento lógico de una construcción de dicha envergadura. En 2015 se publica una “ocurrencia”, de escaso recorrido según nuestro criterio, y sin base arqueológica que postula: la muralla pétrea de Caesaraugusta, hasta el momento considerada de época romano-tardía (segunda mitad del siglo III d.C.), se realizaría en época islámica entre los años (1065-1075) a tenor de la planta de ¿herradura? que presentan sus torreones, idénticos a los de la Aljafería.


Teatro
El teatro formó parte de la planificación y reorganización monumental que se hace en la colonia en época de Augusto, aunque su ejecución definitiva se realiza con Tiberio y su culminación con Claudio, cronología coincidente con los primeros elementos de estatuaria del foro. Ciertamente debió resaltar en el paisaje urbano por su monumentalidad y dimensiones: pórtico exterior con ciento cinco metros de diámetro de cávea y veintidós metros de altura hasta el porticado superior. El exterior tuvo veintinueve arcos, tres de los cuales sirvieron de acceso al interior del edificio. Una de esas entradas, la situada axialmente, ha convertido al teatro de Caesaraugusta, en un unicum en su género entre los teatros conocidos de la España romana. Tras el palco escénico restos de un posible atrio porticado. Tuvo un aforo entre cinco o seis mil personas y se encontraba próximo a las termas centrales de la ciudad y a una zona pública ajardinada con un ninfeo y una red de canales de irrigación realizados en época del emperador Claudio, momento en el que también se concluye el edifico. La vida del teatro de la ciudad fue dilatada cambiando de funcionalidad en el siglo VIII en que se detecta un cementerio cristiano. Viviendas musulmanas del siglo XI e instalación de la judería interior con su posible sinagoga cierran la etapa histórica medieval de este espacio urbano.


Casa y vivienda
En la actualidad se conocen más de medio centenar de casas romanas datables entre los siglos I a.C. y V d.C., pero ninguna con la planta completa lo que dificulta enormemente su análisis tipológico. Merece la pena reparar en un comedor (triclinium), de mediados del siglo I d.C., perteneciente a una casa excavada en la calle Añón de Zaragoza que tras exhumación se pudieron recomponer las pinturas de las paredes, el techo y extraer el pavimento; una vez restaurado el conjunto se instaló en el Museo de Zaragoza. Este comedor de Caesaraugusta tiene muchas peculiaridades, pero la más singular es que a los pocos años de su inauguración a causa de los desperfectos -fundamentalmente roces y golpes fortuitos-, los propietarios optaron por efectuar una renovación de la decoración de las paredes y del emblema del mosaico manteniendo la decoración original del techo. Los comedores del siglo I d.C. tenían unas modulaciones por las que los podemos reconocer: dedicaban dos tercios de la longitud para los comensales, lechos y exíguas mesas, y una tercera partes para deambulación y servicio doméstico. O sea, la modulación de esta habitación era 1/3-2/3 que también se repetía en el pavimento y decoraciones de las paredes y techo. Pero al renovar las pinturas de las paredes años más tarde, este esquema métrico se alteró en los muros pintados de nuevo. El pavimento que era de mortero de cal con teselas blancas y negras vio alterado su emblema que pasó a ser teselado con tricomía en vez de bícromía que presentaba en su etapa inicial. Los pintores utilizaron una variada iconografía: amorcillos flotando en el ambiente, rayos de Zeus, orlas caladas y fondos ocres amarillos, mientras en el techo escenografía del Thiasos Báquico y el empleo del cinabrio para obtener el “rojo cinabrio” el color más caro y costoso de conseguir y fabricar, característica que denota el poder adquisitivo del propietario de esta vivienda de Caesaraugusta. Esta habitación se encuentra instalada en el Museo de Zaragoza.

Caesaraugusta Christiana
Es a mediados del siglo III d.C. cuando tenemos certeza de la existencia de cristianos en Caesaraugusta. No sabemos si en esos momentos la comunidad existente en nuestra ciudad fue numerosa o poco representativa en relación al conjunto de ciudadanos de la colonia. Lo que sí parece evidente es que a tenor de los datos proporcionados por la documentación escrita y la arqueológica, el cristianismo es anterior a mediados de la centuria en que nos movemos pudiéndolo remontar, sin duda, a finales del siglo II d.C o comienzos del III. En la Epístola 67 de Cipriano, obispo de Cartago, redactada entre los años 254/255 se relata el conflicto surgido por la persecución de los cristianos en época del emperador Decio en el año 250. En ella se hace mención a la apostasía de los obispos hispanos de León-Artorga y Mérida, Basílides y Marcial. En dicha carta aparece mencionado un tal Félix de Caesaraugusta y de él se dice: “fidei cultor ac defensor veritatis” cultivador de la fe y defensor de la verdad. Se ignora si la posición de Félix fue participar en este asunto a título personal o representaba el sentir de su comunidad. Seguramente por ello algunos historiadores lo han considerado obispo de Caesaraugusta. De haber sido así parece lógico que Cipriano así lo hubiese citado en su carta, hecho que no sucede.


Persecuciones y mártires
En la segunda mitad del siglo III d.C. la comunidad cristiana de Caesaraugusta no se verá libre de persecución y décadas después serán ensalzados los mártires por el poeta Aurelio Prudencio Clemente en los versos de su himno IV de su Peristephanon “Sobre las coronas”. Escrito a principios del siglo V, canta a Engracia y sus dieciocho compañeros. Este poema no es un texto histórico, pero hasta el momento es una fuente excepcional ya que no se conservan más noticias escritas hasta el siglo VII. Respecto al momento de su martirio en la actualidad mantenemos que Engracia y sus compañeros cayeron víctimas de la persecución de Valeriano (253-260) y no en la de Diocleciano del (303-304).


Sarcófagos paleocristianos
Ampliamente conocidas son las dos urnas de la cripta de santa Engracia. La de la receptio animae (recepción del alma), labrada en mármol del Proconeso (mar de Mármara), hacia el 340 en talleres del círculo del “Dogmático” de Roma y el de la trilogía petrina labrado en mármol de Paros hacia el 350 también en Roma y del taller “De los dos Hermanos”.Del primero hay numerosas novedades que motivan una nueva lectura iconográfica y que les invito a que vean al natural. El lateral derecho se dedica al Viejo Adán y el izquierdo al Nuevo Adán según la tipología que establece Pablo de Tarso en la Carta a los Romanos. En el lateral izquierdo, el Nuevo Adán, además encarna la representación de la promesa de un Redentor. Por lo tanto, en la nueva lectura que propusimos recientemente debemos interpretar la figura central de la escena como CRISTO/REDENTOR, debiendo abandonar la ya obsoleta “Entrega de los símbolos del Trabajo” Mostalac. Y, por último, la nueva lectura del friso principal: el relato en tres fases del juicio de un alma. Comparecencia, Juicio y Retribución escatológica con premio o castigo. Estamos ante la única y más antigua representación del Juicio Particular de alma conocida actualmente en España. Tradicionalmente esta centuria se ha considerado como un período inexpresivo desde el punto de vista arqueológico. El año 472 (toma de la ciudad por el conde Gauterico), se ha tenido como punto de referencia de una serie de cambios que no se perciben en demasía en la vida cotidiana de la ciudad. Las fuentes arqueológicas contrastándolas con el siglo precedente no son muy elocuentes. Sin embargo, la información obtenida permite atisbar lo que se ha denominado “el preludio de una ciudad diferente”. Doce años antes de la toma de Gauterico, Caesaraugusta había albergado al emperador Julio Valeriano Mayoriano procedente de Arlés y de camino a Cartagena. Esta noticia histórica, que no sabemos cómo afectó materialmente a nuestra ciudad, ha sido utilizada por defensores del estado de nuestra ciudad que aducen: que no se encontraría en una situación tan calamitosa o de decrepitud cuando había sido sede regia.

¿Indicios arqueológicos de la comunidad hebrea?
En la excavación realizada en un solar de la plaza san Pedro Nolasco se excavó un basurero en cuya fase III datada en los siglos IV-V d.C., se detectó un fragmento de lucerna en cuyo disco aparecía la representación de una iconografía veterotestamentaria. La identificación coincidía con la representación de los exploradores de la tierra de Canán según se relata en el Antiguo Testamento. La escenografía seccionada longitudinalmente conservaba una figura que sobre el hombro sustentaba una vara de la que pendía un gran racimo de uva. Ya en 1998 identificamos dicha representación con el pasaje descrito en Números 13, 18-24: “Enviólos, pues Moisés (…) Habiendo partido exploraron la tierra desde el desierto de Sin hasta Roohob (…) Y prosiguiendo el viaje hasta el torrente del Racimo, cortaron un sarmiento con su racimo el cual trajeron dos en un varal (…)” Hablar, por lo tanto, de la comunidad judía de Caesaraugusta en el siglo V, únicamente por la representación del disco de la lucerna que nos ocupa no nos parece justificado. Que proceda de los talleres de Túnez es dudoso y más bien su origen debe ubicarse en la zona norte de Italia, según las excavaciones de Tortona cuyos materiales se conservan en el Museo Civico de Alessandria (Italia). Después de lo dicho, a partir del siglo V d.C., nuestra ciudad empezó a sentir en su tejido urbano los atisbos de un cambio que debió parecer lejano a sus habitantes. El paisaje urbano, es muy probable que experimentara poco a poco y de forma imperceptible lo que debió de ser un cambio sustancial de silueta urbana. Retazos de la monumentalidad de antaño debieron confundirse con superficies cambiantes en las que la ortogonalidad hacía tiempo que se había transformado en otra cosa. La proximidad de una nueva etapa histórica sin duda incidió en lo viejo para dar paso a otros momentos y otras vicisitudes históricas. Pero eso es otra historia que no nos corresponde relatar, pues con nosotros empieza y acaba Caesaraugusta, la Zaragoza romana.

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