Ser mortal, la medicina, la universidad y lo que al final importa

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Dicen que perder un hermano significa perder parte de las claves password de tu vida. Los hermanos son ese alguien que conocía tu verdadera historia desde el inicio. Con él se marchan muchos recuerdos de la infancia y de la vida familiar. Siempre queda la duda de si existieron o no algún problema no resuelto o alguna historia por contar. La muerte de un hermano, tu par, sin desearlo, de forma inconsciente te acerca a tu propia muerte.

De entre las virtudes que varios oradores de forma coincidente resaltaron en ceremonia civil del sepelio de mi hermano fueron el trabajo y la honestidad. Mi hermano, José Manuel, fue el amigo, siempre incómodo, que “decía y defendía lo que pensaba y, sobre todo, pensaba lo que decía”, y esto, aun en la amistad y el respeto, siempre produce incomodidad.

Cuando falleció mi hermano, hacía unos pocos días la universidad me había declarado “jubilado”. La RAE (Real Academia Española) define jubilado, participio del verbo jubilar, como “la persona que, cumplido el ciclo laboral establecido para ello, deja de trabajar por su edad y percibe una pensión”. No me gusta y no estoy de acuerdo con la definición de la RAE, pero peor se siente uno, cuando consulta el diccionario español de sinónimos y antónimos del verbo “jubilar”.

Sinónimos: Eximir, apartar, arrinconar, licenciar, retirar, separar, alejar, excluir; antónimos: trabajar, continuar. No me identifico con ninguna de estas acepciones.

Cuando la medicina y la docencia han sido la vocación de muchos años, es difícil retirarse de la pasión de tu vida. Algunos afirman de esta forma que podrás disfrutar de tus hobbies. Mi trabajo ha sido un verdadero hobby. Siempre he disfrutado en el trabajo y estoy convencido que nunca se puede dejar de ser médico y, en mi caso, docente.

Como tampoco el guardia civil o el cura dejaran de serlo por más que pase el tiempo. Probablemente la sociedad, a cierta edad, con buena o mala salud, trata de arrinconarte.

Tu tiempo ha pasado, afirman unos, otros te excluyen del conocimiento y del sentido común. Pero no es así en todas las sociedades. A diferencia de la nuestra, la universidad americana promueve a los más veteranos para que, de una forma tranquila, con sosiego, trasmitan lo mejor de sí a los más jóvenes. Atul Gawande1, en su ensayo sobre la vejez y la muerte, recuerda que la gente mayor quiere compartir sus recuerdos, trasmitir su sabiduría y sus objetos personales, arreglar las relaciones, establecer sus legados y asegurarse de que las personas que deja atrás van a estar bien.

La gente, dice Gawande, quiere evitar los sufrimientos, estrechar los lazos con sus familiares y amigos, sentirse útil y tener la sensación de que su vida está completa. La jubilación en nuestra sociedad, en el mejor de los casos, te deja de niñera al cuidado de tus nietos.

Me he enterado de que la Sociedad Española de Radiología Medica (SERAM), por estos días, está preguntando a SERVEI por posibles candidatos a diversos títulos con motivo de la celebración del día mundial de la Radiología (ocho de noviembre): mejor radiólogo, mejor servicio.

Con el máximo respeto para todos, quiero manifestar que me asombra que cuando SERVEI (Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista) está luchando por decidir su propio destino, por constituirse como una sociedad independiente, se esté discutiendo sobre posibles candidatos entre los radiólogos intervencionistas (mejor radiólogo, mejor servicio de radiología, mejor Investigador… ).

No sé si os habéis parado a pesar ¿Esto lo ofrece la sociedad SERAM a la sociedad independiente SERVEI o como SERAM a su filial SERVEI?

Disculpad, ¡no entiendo nada! O mejor, cada día entiendo menos, será porque estoy ya jubilado.

Atul Gawande Being Mortal. Medicine and what matters in the end Edi Galaxia Gutemberg

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