El paciente es lo que importa

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Durante aproximadamente cuarenta años he dedicado mi vida profesional a la comercialización de dispositivos médicos-quirúrgicos. De ellos, la casi la totalidad en el sector de las especialidades orientadas a la patología vascular y no vascular susceptibles de ser tratadas por medios de mínima invasión y procedimientos intervencionistas. Llegué a la industria de la mano de Medi-Tech, antes incluso de que ésta se convirtiera en BSC, una de las empresas punteras en cuanto a innovación y apoyo a la formación de médicos y enfermería, pero no la única. He tenido oportunidad de trabajar para varias de las grandes firmas del intervencionismo, como Bard, Prim, MDT, BSC o Biotronik, e incluso fui parte en la fundación de una de las empresas del grupo Cardiva, como socio y directivo. He asumido la responsabilidad de dirigir las unidades de negocio mencionadas para España, Portugal e Italia, país en el que viví algún tiempo.

¿Y por qué digo todo esto? Pues porque sé de lo que hablo, y ahora también lo sabe el lector que no me conozca. Es mi propósito hablar sobre el intervencionismo, el vascular principalmente, pero también el no vascular. Más que hablar de lo que ya sabe de sobra el lector, voy a hablar de una visión, la del futuro de esta ¿disciplina? ¿especialidad? ¿conjunto de procedimientos terapéuticos?.. ¡Qué más da! Son las cosas lo que importan, no como las llamemos. Ya no estoy en el mercado, pues acabo de jubilarme (de la industria, no de vida), y por tanto no tengo nada que perder expresando mi opinión, y sin embargo mucho que ganar, la satisfacción de haber ayudado a desgranar una mazorca tan compacta y difícil de masticar.

¿Quién es el dueño del paciente? He oído muchas veces, expresiones parecidas. Pero…¿es que el paciente tiene dueño? ¿o más bien “servidores”? Hace años leí un libro “The servant leader”. La idea principal de este libro no es otra que defender la idea de ejercer el liderazgo desde el prisma de servir a los demás. Los médicos especialistas en el tratamiento vascular (o en el no vascular) no son a veces conscientes de que lo importante es el paciente, o anteponen el “éxito” técnico o clínico al bienestar del propio paciente. Entiendo que esta reflexión pueda no gustar o incluso llegar a resultar ofensiva para algunos médicos. No es mi intención ofender, pero no puedo callar tras observar el comportamiento de algunos profesionales, afortunadamente una minoría. Digo todo esto porque creo que los profesionales de la salud pierden mucho tiempo en marcar el terreno (mimetizando a los canes) para evitar que nadie invada su espacio, en lugar de cooperar para el beneficio del paciente. No siempre, pero ocurre. ¿Y qué tiene esto que ver con el futuro del intervencionismo? Pues mucho. Le diré al lector lo que pienso. “The patient first”, versionando la conocida frase de Trump, referida a América.

Los angiólogos y cirujanos vasculares se forman para tratar la enfermedad vascular, que por eso son angiologos. Los radiólogos intervencionistas son expertos en imagen y capaces de navegar por el interior de la anatomía como quien pilota una nave submarina. Hace años leí también un libro de un autor llamado Macarrón, y de verdad que el librito tiene tomate. Ya perdonará el lector el chiste fácil. “Coopetencia” o dicho de otro modo, cómo competir (entre especialistas y especialidades) y colaborar al mismo tiempo. Sin la competencia, el hombre (y también la mujer), el ser humano, en definitiva, no progresa. Salvo el golf que consiste en bajar hándicap, o sea en competir contra uno mismo, la mayoría de los deportes exigen “ganar” al adversario (en el golf también, por cierto, siempre que se juegue con adversarios). Pero sin colaboración, puede que se llegue antes, pero no muy lejos. La frase no es mía, pero la suscribo. No soy yo quién para decirle a un cirujano o a un radiólogo quien debería tratarme si un día descubro que tengo un aneurisma de aorta, o una carótida, una femoral, o una tibial ocluida. Pero voy a ser sincero, me quedaría más tranquilo si supiera que los unos y los otros colaboran estrechamente y valoran juntos si mi lesión es susceptible de tratamiento o es mejor no tocarla, si le conviene una cirugía abierta o quizás se puede o se debe abordar de manera percutánea. Si mis condiciones de vida son las adecuadas para garantizar el éxito post quirúrgico y van a poder ofrecerme los cuidados necesarios (medicación, seguimiento, tipo de vida…), o si el camino hasta alcanzar la lesión (por la vía endovascular) o las circunstancias anatómicas y de salud aconsejan optar o renunciar a la cirugía abierta o al modo de proceder.

Actualmente las técnicas y la tecnología han alcanzado niveles inimaginables hace apenas unos años. Desde los tiempos en que una lesión de las iliacas se resolvía por medio de la implantación de una prótesis de dacrón que había que pre-coagular con la propia sangre del paciente e implantar en una cirugía abierta no exenta de riesgo, hasta la aparición de los primeros balones de angioplastia, y posteriormente los stents, stents farmacoactivos, recubiertos y demás dispositivos para resolver el problema con menos exposición del paciente a los riesgos inherentes de la cirugía a cielo abierto, y la propia evolución de las técnicas quirúrgicas y endovasculares, han pasado muchas cosas.

Muchos pacientes se han quedado en el camino, ¿por falta de la preparación necesaria, de los medios materiales, de las técnicas adecuadas?, quién sabe, yo desde luego no, pero invito a la reflexión. Técnicas, tecnologías y la misma formación mejorarán todavía mucho, pero la única mejora, a mi entender, que realmente podrá cambiar el futuro del intervencionismo, está en manos de los propios profesionales de la salud. La formación es clave, la actitud también. Recuerdo un artículo del profesor De Gregorio en el que de una manera clara pedía a sus propios colegas radiólogos que ahondaran en su formación clínica y también aquellas iniciativas de los cirujanos, desde la propia SEACV o el Capítulo Endovascular para la formación de sus miembros en las técnicas endovasculares. Pero también se hace necesario, cada vez más, la formación en gestión clínica, porque no solo es importante hacerlo bien sino además ser eficiente, algo que por cierto no consiste en recortar precios o recursos, como piensan algunos gestores económicos de los hospitales, sino en gestionar mejor. Por eso siempre me empeñé, y especialmente en los últimos años, en facilitar esa formación a través de las sociedades médicas con el apoyo de la universidad. Junto al Doctor Javier Cabo, catedrático y director del máster en Gestión Clínica Avanzada (Universidad UDIMA), he puesto un programa de expertos en gestión clínica que ha permitido la formación de muchos médicos en la gestión por procesos en el ámbito clínico. ¿Cuestionable según MEDTECH o FENIN? Bueno eso va por barrios. Yo mismo escribí un libro dirigido sobre todo a los jóvenes profesionales de la industria “Bushi Yoda”, un libro de corte testimonial en el que planteo esta pregunta sin rodeos ¿Es acaso el momento de crear unidades mixtas de gestión clínica? Quizás si, o quizás no. Después de esta lectura puede que algunos me retiren el saludo o puede que les lleve a la reflexión.

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