La Radiología Intervencionista, una verdadera especialidad médica

" A la pregunta de si los socios intervencionistas estaban de acuerdo con la secesión de la Radiología General o RD, la respuesta, y no recuerdo los porcentajes, fue que el intervencionismo está muy bien, dentro del marco de la Radiología General. "

En marzo pasado, en la revista médica CVIR (Cardiovascular and Interventional Radiology), órgano oficial de CIRSE (Cardiovascular and Interventional Radiology Society of Europe), aparecía una editorial titulada “Interventional radiology should establish its own identity it should be a primary specialty separate from diagnostic radiology” que viene a decir en castellano que la RI debe establecer su propia identidad, debe ser una especialidad primaria separada de la Radiología Diagnóstica. La editorial la firma Andreas Adam y Lizbeth Kenny, ambos profesores de los Departamentos de la Escuela de Ingeniería Biomédica y Ciencias de la Imagen del King’s College de Londres (UK) y de la Escuela de Medicina en la Universidad de Queensland, Australia.

No es trivial, ni debe pasar inadvertido, que uno de los firmantes de la editorial sea el doctor Andreas Adam o Andy, para los más amigos entre los que no me encuentro. El Dr. Adam fue el quinto presidente y uno de los creadores de CIRSE, un intervencionista de prestigio y de gran poder y ascendiente dentro de la Sociedad Europea entre los años 2000-2005. CIRSE, una sociedad científica, conservadora de corte anglosajón, generalmente “no da puntada sin hilo” y con clásico dicho español se hace referencia a que nunca CIRSE se habría implicado en un tema controvertido como es la ruptura de la RI con respecto a la Radiología Diagnóstica (RD). Recuerdo, y pudo haber sido durante la presidencia de Andy Adam, una encuesta de la Sociedad promovida por la Junta Directiva de CIRSE sobre la independencia de la RI. A la pregunta de si los socios intervencionistas estaban de acuerdo con la secesión de la Radiología General o RD, la respuesta, y no recuerdo los porcentajes, fue que el intervencionismo está muy bien, dentro del marco de la Radiología General. En aquel momento pienso que alguna newsletter o campaña a favor de la independencia del Intervencionismo por parte de la influyente junta Directiva cuyo presidente era el británico Andreas Adam hubiera podido cambiar el resultado de la encuesta. Algunos de nosotros, y me cuento entre ellos, siempre hemos mantenido que uno de los frenos más importantes para el completo desarrollo de la RI no eran otras especialidades a la propia RI, sino la RD.

En la actualidad, he avanzado en mi pensamiento y pienso que el verdadero freno no es la RD sino los propios radiólogos intervencionistas. Las autoridades del Ministerio de Sanidad español, de tiempo en tiempo sueltan globos sonda con respecto a algunas especialidades médicas, con el pretexto del ordenamiento y reconocimiento del verdadero valor del quehacer médico que supone la RI dentro de la Radiología Diagnóstica, se propone, una vez más, la creación de un ACE (Área de Capacitación Específica). La noticia que se publicó con pocos detalles de desarrollo, en el BOE como real decreto (589/2022) del 19 de julio, por el que se regulaba la formación transversal de las especialidades en Ciencias de la Salud se desencadena una buena “marimorena” en la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI). Algunos pocos socios, incluida la Junta Directiva de la Sociedad, exultantes de alegría, toman partido a favor de esta donación cargada de explosivos con el detonante descontando tiempo y otros, nos posicionamos en contra, aduciendo que la ACE es un fuego de artificio confuso que no mejoraría la RI y que lo que se necesita es el reconocimiento de una verdadera especialidad.

Es admirable, y pienso que es de sabios cambiar de opinión y rectificar en base a la reflexión y análisis de las evidencias. No es conveniente confundir este cambio de opinión con otros cambios de parecer que practican alegremente algunos políticos bien conocidos en este país. El doctor Andy Adam, mucho ha tenido que cambiar de parecer, para firmar la editorial que aparece en la revista CVIR de este marzo pasado, pero lo argumenta. Reconoce la importancia de la RI que podría suponer para la medicina actual pero ya, en los primeros compases de su editorial, plantea con crudeza la situación actual de la RI, tomando como ejemplo el Reino Unido y comenta: ”Los beneficios potenciales de la RI para los individuos, el sistema de salud y el erario público son sustanciales y muchas veces subestimados. Sin embargo, la IR hasta ahora no ha logrado alcanzar su potencial: la prestación de servicios sigue siendo inadecuada y existe una amplia variación en la disponibilidad de conocimientos, lo que dificulta el desarrollo de la especialidad a pesar de que los ingleses desde el año 2010 y algunos otros países más recientemente como Portugal y Grecia, la RI tiene una cierta independencia de la RD ya que es reconocida oficialmente la RI como subespecialidad.”

El Dr. Adam analiza minuciosamente cuáles son los principales problemas por defecto de la Subespecialidad-trampa. La RI bajo la tutela de la RD no puede ser la dueña de su destino, depende de una estructura totalmente diferente de la RD y no puede tomar decisiones indispensables para desarrollar una verdadera especialidad que atienda y cuide a los ciudadanos en la que los pacientes tengan la posibilidad de acudir directamente a la RI sin intermediarios y el radiólogo intervencionista asuma la completa responsabilidad del paciente. El departamento de imagen, importantísimo para la Medicina moderna hospitalaria, tiene una estructura tan diferente a la que debería tener un Servicio de RI que hace imposible e incompatible esta unión. Andy encuentra una circunstancia que muestra las grandes deficiencias de la RI, comenzando por la confusión identitaria de la especialidad, incluida su denominación. El término Radiología pesa mucho y diluye la palabreja confusa anglosajona Intervencionista. Adam reconoce que en Inglaterra se identifica al radiólogo intervencionista como “cualquier radiólogo que se identifique como radiólogo intervencionista.”

Finalmente, Adam descubre la verdadera dificultad de desarrollo de la RI, cuando admite que el patrón “técnico” más que clínico de la práctica limita un mayor crecimiento de la RI y es verdad, la RI debe dejar de realizar técnicas intervencionistas más o menos sofisticadas y pasar a tratar clínicamente a pacientes tanto en la consulta, en el quirófano como en la hospitalización. Para ello, es obligatorio cambiar el programa formativo de los radiólogos intervencionistas y adaptarlo a los requerimientos clínicos.

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