Los últimos mohicanos

Diario de un intervencionista corresponsal

La imagen de John Henry enfrentándose a una máquina martilladora a vapor es tan potente como trágica. La leyenda de este ferroviario representa la lucha del ser humano contra el progreso tecnológico, una batalla que, aunque puede ser ganada momentáneamente, siempre tiene un costo definitivo. Hoy, los radiólogos diagnósticos parecen encarnar ese papel en el enfrentamiento contra la inteligencia artificial (IA), un desafío que no solo redefine su profesión, sino que amenaza con relegarla al pasado.

El profesor Joshua C. Ewell, al reflexionar sobre este tema, plantea un panorama sombrío pero realista: ¿Estamos presenciando los últimos días de la radiología diagnóstica tal como la conocemos? Sus palabras en AuntMinnie.com no solo resuenan entre los especialistas, sino que también invitan a una sociedad entera a cuestionarse el papel de la tecnología en la medicina y en nuestras vidas.

La radiología diagnóstica (RD) ha sido, desde su nacimiento con los rayos X de Roentgen, una especialidad definida por la tecnología. Cada avance, desde la tomografía computarizada (TC) hasta la resonancia magnética (RM), ha transformado su práctica y su impacto en la medicina. Sin embargo, el actual progreso en IA presenta un cambio cualitativo, no solo cuantitativo.

Geoffrey Hinton, pionero en el desarrollo de redes neuronales y uno de los líderes del pensamiento en IA, advierte que los radiólogos podrían ser los primeros en sentir el impacto total de la inteligencia artificial general (AGI) y la superinteligencia artificial (ASI).

Según Hinton, estas tecnologías, con su capacidad de análisis de imágenes casi perfecta y su inagotable resistencia, podrían desplazar a los profesionales humanos antes de lo que estamos preparados para admitir

Mientras las capacidades de la IA avanzan, la fuerza laboral de los radiólogos enfrenta un declive. En Estados Unidos, el Colegio Americano de Radiología y la IMV Medical Information Division estiman que, para 2030, la demanda de estudios radiológicos podría superar los 875 millones al año. Sin embargo, con un número proyectado de solo 25,000 radiólogos, cada especialista tendría que interpretar alrededor de 35,000 estudios anuales, una cifra muy por encima del límite actual de 16,000-20,000.

Incrementar el número de radiólogos mediante formación es una solución costosa y lenta. La alternativa más lógica parece ser la implementación masiva de IA en tareas como el cribado de masas pulmonares, hemorragias cerebrales o fracturas óseas. Estas aplicaciones ya muestran niveles de precisión y eficacia similares a los de los radiólogos humanos, planteando una pregunta incómoda: ¿cuánto tiempo más serán necesarios los radiólogos humanos?

Si Hinton tiene razón y la Inteligencia Artificial General (IGA) se vuelve operativa para 2028, la Radiología Diagnóstica podría enfrentar su epitafio. “Requiescat in pace” podría ser más que una expresión latina; sería el cierre de un capítulo en la historia de la medicina. Este cambio probablemente comenzará en Estados Unidos, donde la innovación y la economía dictan la rápida adopción tecnológica, y luego se expandirá al resto del mundo.

Sin embargo, el fin de la RD humana no es solo una cuestión técnica; es también un tema ético y social. ¿Estamos preparados para confiar completamente en máquinas, incluso en decisiones médicas críticas? ¿Qué papel tendrán los RD en un sistema dominado por IA?

La postdata del profesor Ewell deja una pregunta en el aire: ¿qué ocurrirá con la radiología intervencionista (RI)? A diferencia de la RD, la RI combina la interpretación de imágenes con procedimientos quirúrgicos mínimamente invasivos. Aunque los robots quirúrgicos ya están en desarrollo, la RI requiere habilidades humanas complejas, desde la toma de decisiones en tiempo real hasta la empatía con los pacientes.

Es posible que la RI no sea absorbida por la IA de la misma manera que la RD. Sin embargo, si no se protege como una especialidad independiente, podría caer en manos de otras disciplinas médico-quirúrgicas, diluyendo su identidad y su impacto único en la medicina.

El relato del corpulento John Henry es un recordatorio de que el progreso siempre tiene un costo. Mientras los radiólogos diagnósticos enfrentan el ocaso de su profesión, nos enfrentamos a preguntas más amplias sobre el futuro del trabajo humano en un mundo dominado por la inteligencia artificial. ¿Estamos preparados para un mundo donde las máquinas no solo trabajen con nosotros, sino también nos reemplacen? La respuesta determinará no solo el futuro de la radiología, sino también el de la humanidad misma.

Related Articles

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

Últimos artículos