¿Cómo fue su infancia?
Nací en El Salvador, en la capital, San Salvador. Mis padres, un matrimonio conservador, fueron Roberto Rivas y Ethel Zuleta; fui la segunda hija del matrimonio. Mi infancia estuvo marcada por una vida familiar nuclear, muy feliz dentro del país más pequeño de Centroamérica. Fueron tiempos de guerra civil, sin embargo, solo tengo recuerdos de una vida marcada por la presencia de abuelos, tíos y tías siempre presentes, con una influencia siempre positiva.
¿Dónde realizó sus estudios primarios?
El sueño de mi madre era que estudiara en un colegio católico dirigido por monjas, en el cual pasé desde la infancia hasta graduarme. Siempre fui inquieta con respecto a las normas del establecimiento, recibiendo muchos castigos por no seguir sus estrictas reglas, principalmente porque era muy curiosa y no guardaba el debido silencio. Buscaba respuestas que, a veces, en la rigurosidad del colegio no estaba permitido hacer. Era un colegio solo para mujeres, por lo que aún conservo muchas amistades de aquella época. Se esperaba que, al graduarnos, fuéramos “señoritas de sociedad” dedicadas al hogar, donde dentro de las enseñanzas de las monjas se incluían bordado, cocina y etiqueta. Mi asignatura favorita era Ciencias Naturales, ya que abordaba el cuerpo humano, los organismos y la naturaleza. Nunca fui buena en matemáticas (debo confesar que soy terrible en ellas). Debido a mi eterna curiosidad y a mi forma de ser (no tan convencional para seguir las reglas), el castigo mayor fue no recibir el sacramento de la confirmación antes de graduarme, debido a mi espíritu libre. Aún recuerdo con gracia tal castigo, ya que me dio un carácter único entre las ovejas del rebaño perfecto de mis compañeras.
¿En qué universidad realizó sus estudios? ¿Qué especialidad estudió en primer lugar?
Realicé mis estudios en la Universidad Dr. José Matías Delgado, cuya Facultad de Medicina era nueva. Desde su inicio, fui parte de la segunda promoción de estudiantes de Medicina, y en esa época los mejores maestros de la Universidad Nacional de El Salvador la habían fundado, debido a las consecuencias de la guerra, que los obligó a abandonar dicha universidad. Al graduarme, opté por Cirugía General y me examiné en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, donde fuimos seleccionados 10 de 120 examinados.

¿Cómo entró en contacto con la RI?
Durante mi residencia en Cirugía, leí en muchos capítulos sobre la RI. Muchos de los problemas que enfrentaban nuestros pacientes en el día a día podían beneficiarse de dichos procedimientos. Recuerdo que en cada clase que impartíamos dentro de la residencia, en el apartado de tratamiento, siempre sobresalía la RI como una opción de tratamiento. Sin embargo, todo quedaba en las diapositivas, ya que en el Instituto y en mi país no contábamos con dicha especialidad. Cuanto más me adentraba en mis estudios de Cirugía, más me frustraba el hecho de tener que llevar a los pacientes a procedimientos quirúrgicos extensos, con alta morbimortalidad. Mi curiosidad por ofrecer un mayor beneficio a los pacientes me llevó a investigar sobre la posibilidad de formarme en Radiología Intervencionista. Me examiné para ingresar a la Residencia de Radiología General en mi institución. Recuerdo que parte de dicho proceso incluía una entrevista, y el jefe en esa época me preguntó:
—¿Por qué quiere ser radiólogo?
A lo que respondí:
—Porque quiero ser Radiólogo Intervencionista.
Él sonrió y me dijo:
—Tiene un largo camino por delante, y eso será fuera del país.
A lo que contesté:
—Ya lo tengo planeado, pero primero necesito terminar Radiología.
"Se esperaba que, al graduarnos, fuéramos señoritas de sociedad dedicadas al hogar".
¿Cómo se formó en RI?
Al terminar mi residencia en Radiología, tras varios años como estudiante con poca remuneración, decidí investigar los países donde se ofrecía formación en Intervencionismo. En el año 2008, la información disponible en internet era escasa, pero encontré información sobre el Congreso de la Sociedad Iberoamericana de Intervencionismo en 2009 en Cancún, México. Decidí asistir al congreso para hablar con personas que pudieran orientarme.
Recuerdo perfectamente que tuve que hacer un esfuerzo económico para hospedarme en el hotel sede y poder estar cerca de los profesores. Un día antes del inicio del congreso, me dirigí al área de registro y vi a un grupo grande de doctores charlando animadamente. De repente, alguien me preguntó en voz alta:
—¿Es usted intervencionista?
Con mucha pena contesté:
—No, por el momento no. Soy radióloga, pero he venido a conocer maestros en intervención y a ver dónde me puedo formar.
Esa persona era el Dr. Reginaldo Antonio Alcántara. Al darse cuenta de que yo era salvadoreña, me contó que tenía buenos amigos en mi país y, al explicarle mis motivos, tuvo el enorme gesto de presentarme a muchas personas de México, Chile, Colombia, Argentina y Estados Unidos. Me acerqué a casi todos los jefes de los centros formadores. Algunos me parecían inalcanzables por los requisitos y otros requerían el pago de una suma anual.
"Cuanto más me adentraba en mis estudios de Cirugía, más me frustraba el hecho de tener que llevar a los pacientes a procedimientos quirúrgicos extensos".
Me decidí por México, debido a la aceptación de mi título universitario y a la cercanía con mi país. Prometí llegar a las instituciones formadoras en febrero de 2010 para completar algunos requisitos de rotación y dejar algunos documentos en docencia. Así fue como me sometí al proceso de formación en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, donde tuve la enorme satisfacción y honor de haber contado con excelentes profesores y una guía excepcional. Mis dos mentores fueron el Dr. Adrián González y el Dr. Manuel Guerrero. El Dr. Adrián González era sumamente apegado a las normas, guías, estudios, investigación y todo lo académico. Con él aprendí a formar grupos multidisciplinarios, discutir los casos, establecer guías en las instituciones y a defender nuestra especialidad desde un enfoque académico. Por otro lado, el Dr. Manuel Guerrero era una máquina de trabajo, un maestro en la intervención, con una habilidad nata para los procedimientos. Siempre pensé que las guías las preformaba por arte de magia y que no había una arteria o vena difícil para él. Manuel hacía que todo pareciera posible y que en su sala todos fueran bienvenidos. De él aprendí que en la vida necesitamos de todos y que siempre hay una solución, solo hay que buscarla. En este instituto nunca me sentí limitada ni segregada, al contrario, siempre sacaron lo mejor de mí.
¿Cuál es el estado actual de la medicina en El Salvador?
La población de El Salvador es de 6,196,000 habitantes. Es el país con la densidad poblacional más alta de América Latina. El sistema de salud salvadoreño está compuesto por dos sectores: el público y el privado. El sector público incluye el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), el Instituto Salvadoreño de Rehabilitación a los Inválidos (ISRI), Sanidad Militar, el Instituto Salvadoreño de Bienestar Magisterial (ISBM) y el Fondo Solidario para la Salud (FOSALUD). El sector privado comprende las entidades privadas lucrativas y no lucrativas. El ISSS y el MSPAS cubren a la mayor parte de la población salvadoreña. El ISSS es una entidad autónoma y tiene como fin la seguridad social de los trabajadores del sector formal de la economía, mientras que el MSPAS, además de ofrecer servicios de salud a la población sin seguridad social, es el ente regulador del sector. El MSPAS cubre formalmente al 80% de los habitantes del país. Sin embargo, la realidad es que solo ofrece servicios de manera regular al 40% de la población total. El ISSS cubre a los trabajadores de la economía formal y a sus familiares, que representan alrededor del 24% de la población. Debido a que mi formación inicial fue en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, al retornar de la subespecialidad, me dirigí al Departamento de Radiología, donde, en conjunto con mi jefe, el Dr. Pedro Zepeda, decidimos dedicar un espacio a la Radiología Intervencionista dentro del Departamento de Radiología e Imágenes. Así, se estableció una sala de “Intervencionismo” con un angiógrafo y unas bodegas para insumos, las cuales tuve que amueblar de mi propio bolsillo. Incluso, algunas de las maderas en las que venían los equipos fueron destinadas para este propósito. Fue así como nació el “Área de Intervencionismo” en el ISSS y en el país. Como todo buen comienzo, enfrenté limitaciones y resistencias: desde la falta de insumos, debido a su ausencia en el país, hasta la oposición de otras especialidades que veían esta área como una amenaza.
Gracias a mi espíritu luchador, logré mi objetivo de crear los códigos institucionales necesarios para obtener los materiales. Además, realicé muchas presentaciones en congresos médicos y participé en reuniones con distintas especialidades para enseñar y demostrar el potencial de la Radiología Intervencionista. Los primeros casos se realizaron con escaso material proveniente de otras especialidades ya establecidas, como gastroenterología, cirugía vascular e intervencionismo cardiológico. Debo decir que extrañaba el orden y lo establecido de un país donde ya se contaba con todo, pero mi pasión y mis ganas de demostrar lo que una especialidad puede lograr, sumadas al apoyo de un Departamento de Radiología que creía en mí, me llevaron a lo que es hoy. Comencé a introducir la especialidad en el programa de docencia de Radiología, iniciando con accesos vasculares guiados por imágenes, citologías por aspiración con aguja fina y biopsias de lesiones de tejidos blandos con pistola gruesa. Para ello, creamos fantomas y utilizamos todos los materiales disponibles en ese momento. Tras más de 10 años dentro del Departamento de Radiología, logramos establecer procedimientos oncológicos como biopsias, embolizaciones tumorales, quimioembolización y ablación térmica. También implementamos programas en beneficio de la salud de la mujer, como la embolización de arterias uterinas, la colocación profiláctica de balones en arterias ilíacas para acretismo placentario y programas de hipertensión portal para pacientes con cirrosis, además del manejo de ascitis. En el ámbito del intervencionismo vascular, incluimos accesos vasculares y rescates de accesos vasculares.
¿Cree que cualquier radiólogo sin formación especifica podría hacer cualquier procedimiento de RI?
Considero que la RI es sumamente compleja y cada vez más amplia en su campo de acción, por lo que es necesaria una formación académica destinada a tal objetivo. En mi país, existen algunos diplomas o capacitaciones fuera del país en tópicos como biopsias, patología venosa y patología biliar, dirigidos a médicos generales y cirujanos. Sin embargo, estos son bastante limitados y carecen de experiencia en el manejo de imágenes y, sobre todo, en la gestión de complicaciones que pueden derivarse de cada una de estas patologías. En Latinoamérica se ofrecen cursos sobre algunos procedimientos guiados por imágenes, los cuales suelen carecer de formación en imagen básica y en problemas complejos. Además, en algunos casos se mezclan con técnicas vasculares, lo que puede generar riesgos en su aplicación.
¿Cree que existe alguna limitación para ejercer la RI por el hecho de ser mujer?
No creo que exista una limitación de género en cuanto a las oportunidades para ejercer RI. Sin embargo, en Latinoamérica existen pocos centros de formación, lo que conlleva a una frustración en la educación continuada tras la residencia en Radiología. Afortunadamente, en mi centro hay tres residentes mujeres que están optando por diferentes centros de formación. Desde SIDI, creo que podemos ofrecer oportunidades a todos los radiólogos que deseen seguir la especialidad, ya sea mediante convenios con universidades o brindando información. Ahora, con la apertura de SOBRICE, también se pueden gestionar oportunidades de rotaciones.
¿Cuántas mujeres tiene en su junta directiva?
Actualmente, somos cuatro mujeres, ocupando la presidencia y la vicepresidencia. Considero que, como en todo sistema de dirección, es necesario un equilibrio entre las oportunidades de acceso y las competencias. En el reciente congreso del SIDI en Viña del Mar, Chile, por primera vez hubo un foro dedicado a las mujeres en Radiología, en el cual coincidimos en que hemos logrado una igualdad de oportunidades en la medicina. Sin embargo, aún hay una escasez de mujeres en posiciones de liderazgo, por lo que es necesario un mayor apoyo y visibilidad.
Hemos recorrido un largo camino, eliminando barreras impuestas por el machismo, y muchos de nuestros mentores han sido hombres que han creído en nuestras capacidades. Celebro con orgullo que, en LATAM, dos mujeres representen esta especialidad.
¿Existen programas formativos reconocidos para acceder a titulación especifica en RI en su país?
Al momento en El Salvador y Centroamérica no existen programas de formación siendo México al norte y Colombia al sur los países más cercanos y que cuentan con centros de formación. En Latinoamérica los países que cuentan con programas de formación en intervencionismo son: México, Colombia, Argentina, Chile, Perú (el más nuevo) y Brasil.
¿Cree que la formación en RI debe ser una formación reglada, y tutorizada por una universidad u entidad oficial?
Considero de suma importancia que la formación de RI sea por medio de un programa supervisado por una universidad, que sea garante de las competencias del área y que este en constante supervisión.
¿Hay muchos certificados EBIR en El Salvador?
A pesar de su difusión en los países de Latinoamérica y El Salvador , dicha certificación conlleva a un costo elevado para el ingreso medio de nuestros países. Si bien es una herramienta que nos permite medir o garantizar un conocimiento universal de la RI , y de cierta manera establecer un estándar de conocimientos, no tiene la suficiente difusión entre los centros de formación en LATAM.
¿Cómo vería que SIDI avalase el programa EBIR como muestra de certificación oficial de una sociedad?
Sería un enorme paso de nuestra sociedad poder avalar dicha certificación; sin embargo, es necesario trabajar de la mano con los centros formadores de Intervencionistas que promuevan dicha certificación al completar su entrenamiento y de cierta manera establecer las excelencias de sus programas. El SIR al ser de un solo país no cuenta con dichas herramientas, ya que el país tiene sus propias certificaciones.
" Desde SIDI, creo que podemos ofrecer oportunidades a todos los radiólogos que deseen seguir la especialidad, ya sea mediante convenios con universidades o brindando información".
¿Cómo ve la asociación y unión de sociedades de Latinoamérica y de habla españolas para crear lazos y mejorar la promoción y la enseñanza de la RI en estos países?
La unión entre sociedades nos da la fuerza necesaria y el alcance para una buena difusión; y no solo en español. En los últimos años hemos creado lazos con SOBRICE, que a pesar de ser diferente idioma, el hecho de estar en la misma región no ha acercado a muchas oportunidades.
Por último, le dejamos que diga lo que quiera de SIDI.
El SIDI siempre ha sido mi casa, desde aquella persona que llego con todos los deseos de querer ser RI; y lograr a través de esta sociedad tener las oportunidades de formarme, de llegar hasta su junta directiva por apoyo de un gran visionario que deseaba tener un pedacito de cada país en su junta Directiva (el editor de esta revista) hasta el presidente saliente que tuvo la moción de colocar a la primera mujer como presidente. Mi misión siempre ha sido ”crear oportunidades” a través de todos los medios que se puedan ofrecer por medio de esta sociedad o por las sociedades amigas para fortalecer y engrandecer la RI en Latinoamérica. Quiero ver mas jóvenes culminar esta especialidad y que los números de especialistas crezcan en casa país y que al fin LATAM tenga las mismas herramientas que nuestros hermanos mayores , los países desarrollados. Quisiera dejar un legado de oportunidades de formación y de rotación en distintos centros y que muchos jóvenes como mi persona se acerquen y tengan lo mismo que yo tuve a través del SIDI.
Para el futuro estamos fortaleciendo lazos con SERVEI, SOBRICE, SIO y CIRSE para lograr ser tomados en cuenta como la sociedad más grande de Latinoamérica y poder acceder a todos los recursos que dichas sociedades ofrezcan; así como poder ofrecer así mismo nuestros centros que cuentan con excelentes profesionales y un herramientas similares.